Violinista con una sola mano ayuda a otros discapacitados a expresarse musicalmente.
Fuente: http://www.cnnenespanol.com
En los últimos años, Anantawan ha dedicado sus esfuerzos al desarrollo de tecnología adaptada para ayudar a jóvenes músicos a superar distintos tipos de discapacidades. Impulsándolos a crear música, cree que esta tecnología, que varía desde simples prótesis hasta sofisticados programas informáticos, puede ayudar a “revelar la humanidad interna” de jóvenes discapacitados que no logran expresarse de otra forma.
“La accesibilidad no es caridad”, dijo Adrian en una charla TED en Boston hace unos meses. “Es una de las formas para que los niños descubran este mundo y también tengan la posibilidad de crear otros”, señaló.
Una camino distinto
De raíces chinas y tailandesas, Anantawan creció en Toronto. Con una sola mano, varias logros de la infancia, como atarse los zapatos, sacar punta a un lápiz o andar en bicicleta, fueron difíciles para él y sus compañeros lo hicieron sentirse diferente.
“Crecer sin un brazo hoy puede parecer trivial, pero estando en primer o segundo grado, los niños pueden excluirte de varias formas”, dijo durante una entrevista en otoño durante la conferencia anual PopTech en Maine.
Cuando tenía nueve años, sus padres decidieron que debía aprender a tocar un instrumento. Sin dotes para el canto y descartando varias opciones, su madre eligió el violín.
Sus padres llevaron el instrumento a un centro de rehabilitación donde colocan prótesis para niños discapacitados. Luego de unos meses, los ingenieros de la institución produjeron un dispositivo personalizado hecho con yeso, aluminio y velcro. Dieciocho años después, continúa utilizando la misma prótesis.
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Con un lugar asegurado en el mundo de la música clásica, Anantawan ahora quiere concentrarse en ayudar a otros como él.
Una de sus inspiraciones surgió de una visita hace años al hospital de rehabilitación Holland Bloorview que diseño su prótesis. Allí descubrió un dispositivo, llamado Virtual Music Instrument, que traduce el movimiento en sonido.
Como un videojuego que responde al movimiento, el instrumento utiliza una cámara montada sobre una pantalla de computadora que captura los gestos de la persona. El software está diseñado para emitir sonidos pregrabados cuando la persona mueve la mano o gira su cabeza, activando unos símbolos en la pantalla.
Intrigado por lo que había visto, Anantawan aplicó para una beca en Yale y reunió a un equipo de médicos, músicos, terapistas y educadores para explorar el potencial del dispositivo. Empezó a trabajar con un joven músico llamado Eric Wan que se había visto obligado a dejar de tocar el violín cuando sufrió la parálisis desde el cuello hasta abajo. El proyecto concluyó con Wan utilizando el Virtual Music Instrument, guiándolo con los movimientos de su cabeza, para tocar una pieza de Pachelbel en un concierto de 2011 con la orquesta de cámara de Montreal.
El joven artista apoya su pera en el violín y comienza a tocar. Un silencio se apodera de la enorme sala musical y los pocos espectadores presentes dirigen sus miradas a un escenario casi vacío. La melodía fluye por el lugar y algunas otras personas ingresan a la sala para escucharlo.
A veces cierra sus ojos al tocar, como si la música se apoderara de él. Y si los asistentes hicieran lo mismo, nunca sabrían que al violinista que se presenta ante ellos le falta la mano derecha. Sería lo apropiado, claro, ya que Adrian Anantawan prefiere ser juzgado por lo que oye la audiencia y no por lo que ve.
Anantawan, de 28 años, es un joven violinista reconocido mundialmente. Se ha presentado en la Casa Blanca y en los Juegos Olímpicos de Invierno en Vancouver y ante personajes como el papa Juan Pablo II, Christopher Reeve y, hace poco, el Dalai Lama, durante un recital privado en la universidad MIT. Anantawan tocó una pieza de Bach y al finalizar, el líder del Tíbet se le acercó.
“Colocó sus manos junto a las mías y nuestras frentes se tocaron por unos seis o siete segundos”, dijo Anantawan. “Y allí me encuentro pensando: ‘Por Dios, ¿adónde me han llevado este instrumento y esta música?’. Me siento enormemente bendecido de haber vivido experiencias como aquella”, agregó.
Anantawan tiene un muñón atrofiado, una discapacidad que lo acompaña desde que nació. Los médicos creen que el cordón umbilical se enredó alrededor de su mano en el útero, cortando la circulación de la sangre y evitando que se desarrollara correctamente. Para compensar, utiliza una simple prótesis con la que sostiene el arco de su violín.